Contemplación
Ahora nos entregamos a las llaves que abren la puerta a la totalidad, estas pequeñas llaves las has tenido siempre en las manos, han sido parte de tu vida, solo que tan pronto fuiste dejando la niñez, las guardaste en un saco de lo que no sirve, de lo que estorba para el fin único de la mente: tener, poder y reconocimiento.
Por esta razón tu mente, dirá con mucha frecuencia, que esto no sirve, que no te aporta nada, que no sientes nada, que no pierdas el tiempo y mil excusas más para que no lo hagas, pues sabe que se acerca el fin de su reinado.
Estas llaves sirven para otra finalidad: SER, y por medio de ello, tu propia felicidad y paz. La contemplación requiere de ti, requiere de tu tiempo, requiere de tu voluntad; comienza con la simpleza de sentir, lo que sea que llegue a tus campos de percepción física. Así de simple, SENTIR, nada más; lo que sucede, es que hasta hoy tu sentir se ha opacado por los conceptos que le has dado al sentir y por lo que tu mente ha considerado importante, que es el hacer para obtener, con lo cual cada vez sientes menos y menos excepto que sea un dolor que acapare tu mente o un sentir sentimental pues es tu mente envolviendo todo tu ser.
Una vez permites el sentir, has sacado la llave de la bolsa de la basura, limpiarla y dirigirla hacia el cerrojo requiere no dejarse dominar por el pensamiento, es permitirlo, observarlo y dejarlo ir, sin identificarse con el; el pensamiento, nos lleva a escenarios inexistentes en tiempos diferentes a los cuales se está sucediendo la realidad y con ellos nos vamos y así nos perdemos de lo que estamos sintiendo y de lo que está sucediendo, para irnos a algo que no existe.
Observar, permitir y dejar ir el pensamiento, sin identificarse con el es el siguiente paso. Y abrir la puerta es… entregarse por completo a ese sentir a esa realidad sin juicios, sin cargas, solo estando allí, donde sea con quien sea, solo sentir y estar y así de simple, se abre la puerta que te conecta contigo mismo, con toda tu potencialidad, con todo tu ser.
Ahora nos entregamos a las llaves que abren la puerta a la totalidad, estas pequeñas llaves las has tenido siempre en las manos, han sido parte de tu vida, solo que tan pronto fuiste dejando la niñez, las guardaste en un saco de lo que no sirve, de lo que estorba para el fin único de la mente: tener, poder y reconocimiento.
Por esta razón tu mente, dirá con mucha frecuencia, que esto no sirve, que no te aporta nada, que no sientes nada, que no pierdas el tiempo y mil excusas más para que no lo hagas, pues sabe que se acerca el fin de su reinado.
Estas llaves sirven para otra finalidad: SER, y por medio de ello, tu propia felicidad y paz. La contemplación requiere de ti, requiere de tu tiempo, requiere de tu voluntad; comienza con la simpleza de sentir, lo que sea que llegue a tus campos de percepción física. Así de simple, SENTIR, nada más; lo que sucede, es que hasta hoy tu sentir se ha opacado por los conceptos que le has dado al sentir y por lo que tu mente ha considerado importante, que es el hacer para obtener, con lo cual cada vez sientes menos y menos excepto que sea un dolor que acapare tu mente o un sentir sentimental pues es tu mente envolviendo todo tu ser.
Una vez permites el sentir, has sacado la llave de la bolsa de la basura, limpiarla y dirigirla hacia el cerrojo requiere no dejarse dominar por el pensamiento, es permitirlo, observarlo y dejarlo ir, sin identificarse con el; el pensamiento, nos lleva a escenarios inexistentes en tiempos diferentes a los cuales se está sucediendo la realidad y con ellos nos vamos y así nos perdemos de lo que estamos sintiendo y de lo que está sucediendo, para irnos a algo que no existe.
Observar, permitir y dejar ir el pensamiento, sin identificarse con el es el siguiente paso. Y abrir la puerta es… entregarse por completo a ese sentir a esa realidad sin juicios, sin cargas, solo estando allí, donde sea con quien sea, solo sentir y estar y así de simple, se abre la puerta que te conecta contigo mismo, con toda tu potencialidad, con todo tu ser.