9/13/2018 0 Comentarios PropósitoWilmar GarcíaMunay. Cada vez que haces algo, en ti se ha movido una intención. Cada vez que hablas, hay una razón. Ese algo que te lleva a hablar o callar, movimiento o quietud, continuar o transformar; está siempre ahí. Ese algo tiene una carga, una fuerza que no solo es energía, es magnetismo, es un campo de resonancia que queda impreso en cada movimiento de tu ser. Es invisible, no es tangible, por tanto, para la mente se vuelve inexistente, pero esta allí como las ondas, como el pensamiento, siempre está y tiene poder, tiene la capacidad de invadir espacios, personas, seres, cambiando su estado de vibración y de pensamiento, es sutil pero fuerte, suave pero penetra todo lo que toca. Si la mente está agitada por el ruido de las circunstancias, el propósito tiene esa carga de
sufrimiento o angustia por solucionar lo no resuelto y cada acción quedará impresa de ese estado, por tanto, todo espacio y ser resonarán con esa frecuencia de ansiedad, transformándose a la vez en destrucción que es la intención de la cual se ha partido. Al contrario, si el estado interno del ser es de calma, de soltarse al propósito de lo que sucede (sabiendo que hay un propósito real y perfecto) con apertura total a aprender y dar lo mejor de sí, cada palabra y movimiento quedarán impresos de esa frecuencia intencional de crecimiento y armonía que invadirán todos los espacios y seres con los cuales se relacione, llevando por pura resonancia al crecimiento y la armonía para su propia vida. Así de simple, reconocer que todo tiene un propósito para cada circunstancia, soltarse a el aunque se desconozca, lleva a que cada momento tenga un propósito personal armónico que a su vez se manifiesta con mayor crecimiento y con el cumplimiento del propósito personal que nos ha traído a esta existencia.
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